Alóo!
En el pasado mes de noviembre tuve la oportunidad de participar en un viaje escolar en el que nos llevaron a Real de Catorce. Cabe mencionar que le tengo un miedo muy extraño a permanecer dentro de un autobús por mucho tiempo, sin embargo, me propuse enfrentarme a mi temor y no perder la posibilidad de ir a un lugar el cual ya tenía mucho tiempo de querer visitar.
Y así fue, estuvimos allá un fin de semana completo. La salida se organizó para un día viernes a las 7 a.m, presentándonos de manera puntual para organizar nuestras maletas dentro del autobús de la escuela. Algo muy agradable es que fuimos sólo los compañeros del salón, osease al rededor de 22 personas únicamente. El viaje ni lo sentí, ya que iba literalmente dopada y dormida las 6 horas que duró.
Luego, interrumpieron mis sueños, pues teníamos que bajar del autobús para poder cruzar el túnel de Real de Catorce y éste sólo se cruza en carro o en camioneta. Una vez que lo hicimos, llegamos al hotel para dejar nuestras pertenencias y comenzar a descubrir el pueblo.
El lugar donde nos hospedamos se encontraba casi enfrente del panteón del pueblo, y estaba relativamente lejos de la plaza principal, aún y cuando el pueblo es pequeño caminar sobre calles empedradas con el viento frío en la cara...Pues complica un poco el asunto. La misión de nuestro viaje era "rescatar las tradiciones orales del pueblo", en otras palabras: hacer una compilación de historias de vida, leyendas y creencias relatadas directamente de los nativos.
El cementerio es uno de los lugares que causa curiosidad entre los que visitan el pueblo, pues sus tumbas antiguas están rodeadas de leyendas que aseguran hechos inexplicables. Ahí nos encontramos con un hombre de avanzada edad, que junto con su esposa, se dedican a limpiar las tumbas diariamente y mantener la capilla en buenas condiciones, sobreviviendo únicamente de las propinas de los habitantes y turistas.
La iglesia, concurrida por personas de diferentes lugares del país, contaba con espacios decorados de forma colorida y con un pasaje de retablos y ofrendas otorgadas por aquellos a los que "Panchito" les había concedido un milagro.
Frente a la iglesia se encontraba el Museo de la Moneda, donde se exponían cuadros y fotografías referentes al pueblo y sus antiguas civilizaciones. Por cierto, había un pozo en el cual aproveché para pedir un deseo.
Por último el viaje en un willy rosa, en el que nos llevaron a las ruinas de una mina. El camino que se recorre para llegar a ese lugar es de un solo sentido, por un lado tienes el cerro y por el otro una bonita vista hacía el precipicio, jajaja. Lo más padre de ese recorrido es que te dan la oportunidad de irte en el techo del willy para tener una mejor vista. Y así lo hicimos!
Por último mencionar que me enamoré de las quesadillas con rajas de la señora que se ponía en la plaza y del té de rosas de la cafetería Café Azul. También les recomiendo un pequeño lugar llamado El Cactus de comida italiana el cual es atendido por el mismo dueño, un italiano que le gustó Real de Catorce y decidió quedarse ahí a vivir. Les comparto las últimas fotos que logré captar con la cámara de mi celular, debido a que no llevaba cámara digital, sólo mi Holga y la Instax.
Y así fue como exploramos las calles de este pequeño y bonito pueblo. La plaza, el cementerio, la iglesia, las minas abandonadas, la explanada, el Museo de la moneda, el recorrido en un willy, son lindos recuerdos que llevaré en mi memoria. Espero algún día volver.